Se está poniendo de moda, en todas las capitales/redacciones pro sistema, el vaivén del Wiki-Wiki,… Wiki-Wiki-leaks nos van a dar… por un buen rato, hasta que no haya jugo que exprimir en el limón y el bueno de Julian Assange termine como un ermitaño, viviendo protegido por la resistencia moral europea, del mismo modo que el gobierno británico protegió/escondió al escritor indo-británico Salman Rushdie, después de haber recibido la ira/fatwa/condena a muerte de los ayatolas tras haber publicado su novela “Versos Satánicos”.
Como se sabe, dos décadas después de aquella publicación, tanto el Islam, como los Ayatolas y el propio escritor gozan de excelente salud; y de aquellas inflamadas iras, y aquellos diabólicos versos, salvo ríos de tinta y archivos fotográficos, el pasmo de aquel entonces no ha dado para más.
Perucha en exilio, generosa lectora de este blog, pedía en el ultimo post, mayores explicaciones sobre Wikileaks: mayores no las puede haber tenido, al punto de si antes no sabía lo que era Wikileaks, ahora seguramente no sabe qué cosa no es Wikileaks, que en esto la prensa occidental ha hecho de la necesidad virtud “trascendiendo” los “leaks” (filtraciones) y al mismo tiempo tomando prudente distancia sobre el impacto noticioso de más de 250 mil reportes diplomáticos confidenciales de las embajadas estadounidenses en todo el mundo.
En un ejercicio de seguidismo intelectual, el director del diario español, El País, en su momento, se puso célebre y solemne repitiendo —casi punto por punto—, el editorial del diario británico The Guardian, sugiriendo que le han encontrado el talón de Aquiles al imperio y, de paso, le están quitado la ropa con suma elegancia y el emperador está ahí, al fresco, calato y a tiro de piedra.
Puestos a evaluar sin apasionamientos la magnitud de las informaciones reveladas por Wikileaks y las posibles consecuencias que éstas puedan tener en el curso de los acontecimientos contemporáneos; dígase el orden financiero internacional o las diversas guerras que mantiene el imperio en el escenario mundial, ninguna información divulgada hasta ahora en la prensa mundial, lleva la carga de demolición necesaria para hacer tambalear al sistema, por más que Fidel Castro nos asegure que Wikileaks ha puesto a los Estados Unidos de rodillas.
Yo no soy Perú, como el señor Vargas Llosa, pero algún beneficio cognitivo me tiene que reportar la ciudadanía peruana y mi falta de academicismo universitario; digo, hay sucesos en la historia del Perú que pueden servir como paralelo histórico para comparar la trascendencia de eventos parecidos en el escenario mundial. Escojo arbitrariamente dos títulos y un suceso, dos autores y un nombre: “El Perú, retrato de un País adolescente”, Luis Alberto Sánchez; “El Perú, problema y posibilidad”, Jorge Basadre; “El Perú, tal como es”, —(título propuesto por un servidor)—, del historiador/actor incidental /reo silencioso Vladimiro Montesinos.
Después de esta última catedral documentaria, (el poder que se compra y se vende en la salita del SIN.) Qué cosa puede ser, comparando lo nacional con lo global, el desborde, orgía/proliferación documentaria de miles de cables gringos en Wikileaks sino un acto de suprema hipocresía periodística mundial.
No es el Departamento de Estado (estadounidense) el que ha quedado al desnudo sino la propia prensa occidental que se ha enterado —vía Wikileaks — lo que todo el mundo ya sabía en cada escenario local. Diga el lector —de cada país— si hay alguna novedad en los perfiles hechos por los embajadores estadounidenses, respecto a los actores y las tramas locales de cada país.
No hay que atacar por atacar no más al imperio. Hay que darle salidas, incluso para que administre con dignidad su ocaso, evitando en su declinar, daño innecesario a terceros (llámese guerras). Por ejemplo, sería estupendo que, en un brote de lucidez, la señora Clinton, mande llamar a todos sus embajadores allende los mares y los concentre fronteras adentro, pero para que hagan el mismo trabajo que han venido haciendo afuera: observar y reportar.
Está visto que estos gringos —los embajadores— no son unos patanes: son políglotas, cultivados en artes y lecturas, con gran agudeza para entender y describir la naturaleza humana; tienen hasta prosa epistolar. Son las personas que necesita su país para hacerse el mejor autorretrato y, eventualmente, evitar su suicidio. Digo, con qué facilidad, podrían aplicar; por ejemplo, la descripción que hacen del Estado ruso, (como un Estado mafioso), con su propio Estado, (USA) donde bandas mafiosas (corporaciones) compran votos, congresistas y presidentes, como comprar acciones en la bolsa de valores.
Bueno, pero no hay que perder la esperanza y mucho menos la ilusión. De repente no tarda el día en que a un empleado asqueado de la CIA se le ocurra hacer pública la planilla mundial secreta de la Agencia o que a un Julian Assange cualquiera, digamos cualquier honesto empleado de la banca suiza (o cualquier otro paraíso financiero) súbitamente, —abrumado por la vergüenza—, le entre el prurito de hacer públicas las cuentas bancarias secretas de tantos prohombres/presidentes/ministros/ayudantes mayores y menores del sistema que pueblan nuestros escenarios, envueltos en inmaculadas aureolas de frugal honestidad, pero que están a igual distancia de los Kuori, Crousillat o Hurtado Miller locales de la salita del SIN peruano, y que son parte fundamental del fraude en que se basa la democracia representativa mundial.
Mientras llega ese día no lejano, voy haciendo tiempo en mi propio home cinema imaginario, viendo unos comics, unos dibujos muy animados y graciosos:… El señor Toledo, candidato repetiquá al puesto donde la plata llega sola, llama a la señora Clinton pa’ pedirle “¡aclaraciones!” sobre los cables de la embajada… la Señora, asustada,… lo atiende corriendo. Otro:… General peruano, libre del polvo blanco de la cocaína, trae encadenado a embajador estadounidense… el pobre gringo… acaba en la cárcel acusado de infamia…