El recontra laureado escritor peruano, Mario Vargas Llosa, tuvo una brillante intervención contra la guerra en Irak, antes de que ésta ocurriera; en febrero y Marzo del 2003 esgrimió que la guerra era un pretexto utilizado por los Estados Unidos para quitarse el agravio del 11 de setiembre del 2001 y, —lo peor y más incómodo para él,— era que Irak poseía las segundas mayores reservas de petróleo en el mundo.
Luego, ya comenzada la guerra, se lo pensó mejor; yo digo: habrá pensado: ¿y no estaré equivocado?, ¿y qué tal si a lo mejor, de repente le estoy cargando mucho la tinta al imperio? —ya antes se había referido en términos no muy elegantes a George W. Bush: “Es un mediocre”, declaró; o tal vez recibió visitas de espíritus, o llamadas de aquellos demonios que acosan e inspiran a todos los escritores de talento; bueno, quien sabe que habrá sucedido y pensado; lo que se sabe por cierto es lo que hizo y escribió un tiempo después que el Presidente estadounidense declarara la victoria sobre las fuerzas convencionales de Irak: “Vencimos, ¡misión cumplida!”, sentenció Bush.
Fue entonces que el ahora Nobel escritor, a sus 67 años y cual si fuese un novel y arrojado reportero de Al-Jazeera, —cubriendo algún bombardeo en Gaza—, sin saber la lengua árabe, se trasladó a Irak para recoger el testimonio de los propios iraquíes. Lo que allí descubrió coincidía con una encuesta llevada a cabo en Irak para el New York Times: dos de cada tres bagdadíes estaban a favor de la invasión. Lo que siguió fue un reportaje escrito “a salto de mata” en sus 12 días de estadía: Diario de Irak.
No fue ciertamente un “Diez días que conmovieron al mundo” de John Reed, cubriendo la Revolución Bolchevique de 1917; sino doce días para quitarle conmoción al mundo de la atrocidad cometida por el imperio en Irak.
Poca monstruosidad fue aquella guerra para el Nobel, quien en el prólogo de su Diario en Irak decía que todos los sufrimientos padecidos por los iraquíes con la invasión, eran mínimos comparados con lo vivido bajo Saddan, y que la sola destrucción de aquella dictadura justificaba la guerra, que —aunque cruel como todas— era el mal menor.
Años después y sin inmutarse un ápice, el presunto criminal de guerra Tony Blair, repetía la misma argumentación del Nobel: todo era válido para destruir a Saddan Husseín. Incómoda coincidencia argumental que deja al escritor, por lo menos, como presunto cómplice moral de los crímenes contra la humanidad perpetrados en Irak.
Al momento de terminar este post, miles de documentos secretos sobre las mentiras de la guerra de Irak, circulan por la Red, filtrados por Wikileaks, confirmando lo que todos los iraquíes sabían pero que la prensa occidental nunca tuvo interés en investigar: una carnicería sin límites. Muchos de estos documentos se convierten ya en evidencia suficiente para sentar a varios responsables en el banquillo de los acusados de la Corte Penal Internacional.
Mientras tanto, y sin necesidad de recurrir a Wikileaks vale la pena reparar en la siguiente lluvia de datos: número de muertos: un millón 33 mil http://en.wikipedia.org/wiki/ORB_survey_of_Iraq_War_casualties ; costo de la guerra para los contribuyentes estadounidenses, http://usliberals.about.com/od/homelandsecurit1/a/IraqNumbers.htm : 900 mil millones de dólares (¿alguna inquietud sobre la zozobra financiera en USA?); número de desplazados internos (que perdieron su hogar) dos millones 255 mil; iraquíes que ahora viven como refugiados en Siria y Jordania: más de dos millones. Número de médicos antes de la guerra: 34 mil; médicos que han dejado Irak: 12 mil; solo tres de cada diez habitantes tienen ahora servicio de desagüe y cuatro de cada diez agua potable, (la red sanitaria, de agua potable y servicio eléctrico fue destruida por los bombardeos). Ocho de cada diez de iraquíes se oponen a presencia de las tropas imperiales en su suelo.
En marzo de este año los iraquíes empezaron a construir una democracia ejemplar: eligieron un parlamento; lo malo es que los parlamentarios electos hasta ahora no pueden elegir un nuevo gobernante, mientras tanto nueve mil millones de dólares provenientes de los ingresos petroleros y destinados para reconstruir los destrozos causados por la guerra, se han perdido http://www.independent.co.uk/news/world/americas/us-unable-to-account-for-billions-of-iraq-oil-money-2036925.html irremediablemente en algunos cajones del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Sí, ahora que hay tecnología para rastrear por satélite hasta el deambular de una hormiga, en USA se pierden miles de millones de dólares, como se pierde una billetera, dejándola olvidada en un taxi. Y nadie asume responsabilidad alguna por el faltante, total que importa que unos miserables se queden sin el diario, como la mujer bagdadíe que encabeza este post.
Publicado originalmente en LaRepública.pe