Un país recontra alineado

En el último año del primer gobierno aprista la economía peruana era un laboratorio académico abierto al público: largas colas en los bancos, mutuales y cooperativas; no porque estas entidades estuvieran en quiebra y la gente anduviera desesperada por recuperar sus ahorros; no; era una rutina nacional, había que sacar parte de los intereses (que eran magníficos) y con ellos solventar el diario para el mercado, el pan y para comprar el periódico. Muchos vendieron sus propiedades y negocios, depositaron esos valores en los bancos y decidieron vivir de sus rentas sin trabajar.

Los economistas de la Escuela de Chicago, medio en burla y medio en serio aconsejaban a sus alumnos: “Si quieren ver cómo era la inflación en la República de Weimar, en la Alemania de entre guerras (1921 -1923) no tienen que viajar en el tiempo, sólo ir a Perú hoy día y ver todos los mecanismos del juego monetario que desencadena la inflación”.

Más de una veintena de años después el país vuelve a ser un laboratorio académico sobre Economía; una ventana al mundo para apreciar a plenitud como funciona una provincia imperial, (llámese de capitalismo periférico) trabajando el libre mercado en condiciones ideales; ni siquiera en el Chile de Pinochet  de los años 70s pudo darse tal margen de libertad; el ejército chileno y sus generales, —aunque convidados de piedra— habían hecho el trabajo sucio y había que darles “la suya” y ya se sabe desde los tiempos de Roma, que con los centuriones, (militares), no se juega.

Volviendo al Perú, las circunstancias para llevar el libre mercado a sus máximos posibles no pueden ser mejores: existe una democracia electoral que funciona como reloj; los periodos electorales se cumplen; se renuevan los cargos, los electores critican a sus autoridades, y los pueden vacar si les place; existe un Poder Judicial autónomo, cuyos fallos pueden criticarse, pero se acatan. Existe libertad de prensa, libertad religiosa, y con algunas excepciones,  la sociedad es tolerante con los gays y lesbianas.

El Congreso es la mayor garantía jurídica para el ejercicio pleno del libre mercado: entre gobiernistas y “oposición” existen discrepancias de temperamento y matiz en asuntos baladíes, pero al momento de facilitar las cosas al mundo de los negocios, están muy unánimemente unidos; por si esto fuera poco existe una minoría de izquierda parlamentaria que es el mejor indicador de la generosidad del sistema democrático local, al permitir en su seno la pluralidad; una izquierda bien bonita que ha renunciado al antiimperialismo y que ahora levanta las verdes banderas del ambientalismo.

 Los críticos del Imperio norteamericano dicen que una de sus virtudes es que por mucho poder que tenga, casi nunca parece ser un Imperio; en eso, —afirman—, superó largamente al Imperio inglés; a los estadounidenses nunca se les ocurriría poner al mando de sus territorios en ultramar a un gobernador gringo; para eso tienen un ejército de banqueros, economistas y ejecutivos nacidos fuera de la frontera del Imperio, pero que están  preparados y fogueados en la metrópoli imperial; que conocen al dedillo el know-how de la política local, conocen la idiosincrasia del pueblo y además son bilingües de alto nivel.

Todo esto, un servidor lo había escuchado del paquistaní Tarik Alí, mucho antes que el apostólico Pedro Pablo alcance la primera servidumbre del Estado peruano; de modo que aquí solo me cabe hacer una yuxtaposición de una cosa con la otra y ya el lector se encargará de visualizar la imagen más pertinente; además para el correcto entendimiento de las cosas, no todo debe ser escrito linealmente, especialmente si el asunto trata de un país en pleno alineamiento con el Imperio.

Otro elemento de estudio académico bien podría ser que en este caso el ejecutivo peruano es de lo más parecido al ejecutivo estadounidense, con la ventaja para el Perú de que los hombres de negocios ni siquiera tienen que molestarse en hacer lobby para jalar agua para sus molinos, puesto que el propio gabinete ministerial es un cónclave formal donde se reúnen los directores de las corporaciones más importantes del país,  en su versión de Ministros.

Lo mejor de todo es, —como resaltan los medios— que según las encuestas sobre el optimismo nacional, los peruanos creen que dentro de poco, sudarán dólares.

Publicado originalmente en ElBuho.pe

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