Eran las horas de gloria de Fujimori, el Alberto; las explosiones y la humareda que salía de la embajada de Japón en Perú, alternaban con las imágenes del ingeniero agrónomo, luciendo chaleco antibalas y gesticulando muy serio mientras sostenía en su mano el walkie talkie militar. Después sus tele-escribas nos dirían que aquél modesto burócrata que un día, —con tres mentiras bien puestas: “honradez, tecnología y trabajo” y la casualidad electoral— se empinara en la primera servidumbre del Estado, no solamente era el taimado personaje que uno conocía sino que, además, era un consumado estratega militar: Él había soñado, diseñado y dirigido la operación militar que puso fin al asalto y toma de rehenes que protagonizó el MRTA en Lima, en 1997.
Nunca se habría imaginado, en esas horas, el Alberto, que años más tarde terminaría siendo dueño, —como ahora— del penal donde está preso. No. Su sueño era emular a sus pares del sudeste asiático: los tigres Chen Shui-bian, (Taiwán) y Thaksin Shinawatra, (Tailandia). [ ver Míster Fujimori y sus pares en el mundo ] http://larepublica.pe/blogs/jano_mundano/2009/05/07/mister-fujimori-y-sus-pares-en-el-mundo/ ] O sea, ser medio dueño del mundo, dar el salto de mandatario de un país del tercer mundo a personaje de las páginas de Forbes http://es.wikipedia.org/wiki/Forbes ,( la revista que anualmente elabora la lista de los más ricos del mundo). Mala suerte les deparó el destino a estos felinos del progreso: el peruano-japonés y el taiwanés, presos; y el tailandés, ex dueño del multimillonario equipo de futbol inglés Manchester City, deambula clandestinamente por el mundo, todavía con algunos millones de dólares, pero sin pasaporte válido.
Mucho se ha escrito y dicho sobre cómo el Alberto, llegó a ser un dictador, y todos sabemos cómo cayó. Poco se ha dicho, sin embargo, cómo es que ahora está a la vuelta de la esquina/Keiko, listo para regresar. Una explicación puede ser que durante la administración de Toledo y la del actual primer servidor público, realmente no tuvimos una democracia funcional. Lo cual nos lleva a una conclusión más triste aún: La Marcha de los 4 Suyos, a pesar de ser el primer intento popular para horizontalizar democráticamente el país, terminó sirviendo de combustible para que el país regrese a un Estado pre Fujimori. Digo, a la democracia/juego de La Ronda: los dueños del Perú, cogidos de las manos, dejando entrar cada cierto tiempo a un rondero más. Su canto: “Ju-gue-mos a la Ron-da, mien-tras el pue-blo/lo-bo NO es-tá… “¿Pue-blo es-tás?”, “Noooooo…” —grita la tele-prensa. Claro, la preguntita de si el pueblo está o no, se repite cada cinco años y los soponcios de los ronderos también.
Debe ser por mi pronunciada ignorancia, que empiezo a creer que la democracia en el Perú se puede resumir en la siguiente frase: “Devolver la propiedad de los medios de comunicación a sus legítimos dueños”. Con esta frase, Fernando Belaúnde inició su segundo mandato en 1980. Frase parecida usó Toledo para arrancar su gobierno, devolviendo un canal a un dueño y dejando un intricado laberinto judicial para resolver quiénes eran los legítimos, cuáles los dueños y cuáles los otros medios que estaban en disputa.
Dicho de otra manera, el fujimontesinismo no cayó por la movilización democrática y popular en su contra, sino por chocar contra la casta dueña de aquel viejo Señorío llamado El Comercio, digo esa hacienda que ha sobrevivido a la Reforma Agraria de Velasco, pero que conserva cual museo oligárquico, el lenguaje y las formas y maneras del viejo Perú. No entender el papel de “rondero invitado”, en la democracia peruana, que ofrece esta casta, resulta para todo propósito práctico, fatal. Y tal fue el error del Alberto, (a) el Chino: haberse creído dueño y director del juego de la Ronda.
Algo descaminados tendrán que estar, entonces, quienes creen que detrás de la hija regresa el Chino y que regresa la mafia y Montesinos. Descaminados van porque el Alberto sin el Doc es lo mismo que una moneda fuera de circulación: con cara pero sin sello; o sea, una foto. Y quienes creen que con la hija también regresa el Doc, igual van en desacierto. Montesinos fuera de la oscuridad del aparato del Estado sería tan vulnerable como Drácula a plena luz del día, porque en el Perú, las mafias no nacen en la calle y avanzan hacia el Estado; siguen un camino inverso, nacen y viven en la oscuridad del propio Estado y de allí se hacen camino/luz/faenones hacia la calle.
De modo que, si después del 5 de junio, los dueños del Perú se coronan con una nueva victoria electoral, lo que se venga no será la continuación del crecimiento sino el ¡Rom-pan Fi-las de La Ron-da!: El Alberto, “ordenando” a su hija, lo deje en Libertad, para volver a ser el Chino; el Doc meditando si más le vale conservar su “silencio” en la cárcel; o correrse el riesgo de ser silenciado en plena calle. Y el Señorío de El Comercio viéndolas negras para explicarle a la Fujimori que ella está ahí, pero que en realidad no está, salvo como rehén de su propio padre y, al mismo tiempo cautiva en las manos señoriales del Perú que nunca cambia.
Publicado originalmente en LaRepública.pe