Gaza y el cuento de la guerra asimétrica

La primera vez que leí “1984” de George Orwell comprendí que la guerra, el sufrimiento y el oprobio no serían objeto de exaltación si detrás no existiera un disfraz lingüístico que oculte  su exacta dimensión. De “1984” se dice es una obra de política-ficción. No lo creo. Orwell fue sucesivamente: funcionario público;  vagabundo miserable en París; combatiente republicano en la guerra civil española; y, finalmente, empleado en la BBC londinense. De modo que el hombre sabía lo que imaginaba; o mejor, de donde le venía la imaginación. Por eso, apenas empezada su novela, pinta con letras gordas en la fachada del Ministerio de la Verdad (llámese secretaría de Prensa y afines) las tres grandes consignas del partido/gobierno/país: “La Paz es la Guerra; la Libertad es la Esclavitud y la Ignorancia es la Fuerza”.

Según su criterio, adapte y llene de contenido el lector estas tres consignas y responda si tienen o no vigencia y ubicación en cualquier escenario político del mundo actual. Sin ir muy lejos, podríamos tomar como ejemplo la última mini guerra en Gaza (empezada el 14 de este mes y suspendida hace pocos días) para ello sólo tenemos que tener en cuenta que cada bando de esa guerra —y de cualquier otra— tiene su propio Ministerio de la Verdad orwelliano;  y si a esto le añadimos una cuarta consigna de cosecha propia como: “El Futuro y el Pasado son siempre el Presente”, el asunto queda redondo.

Durante los dos últimos años el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se ha dedicado a alertar al mundo sobre el grave peligro que supone para todos y, en especial, Israel la posibilidad de que Irán termine de construir su bomba atómica; bueno, más que alertar era un “agárrenme que lo mato”. Por su parte Irán, con su economía ya en modo precario, se daba el lujo de mostrar cómo era capaz de construir misiles de largo alcance (léase como puedo atacar a Israel y otros aliados de USA si me atacan). O sea hasta hace un par de meses, el riesgo inmediato para la seguridad de Israel era Irán, tanto que el primer ministro israelí llevó a la ONU, cual si fuera un comic, una viñeta con una bomba y un cuco: Irán.

Pero como el futuro y el pasado son siempre el presente, resulta que donde decía Irán borramos y ponemos Hamas, y resulta que estos palestinos de Gaza que viven bajo estado de sitio con sus fronteras cerradas, donde difícilmente llegan medicinas y víveres debido al férreo control israelí, tenían un arsenal quizá superior al millar de misiles, de largo y corto alcance y que de puro locos que son empezaron a lanzarlos sobre la población civil de Israel, y claro, ante una lluvia tan letal y semejante,  cómo era posible que Israel no saliera a defenderse del modo que ya se ha visto en todos los noticiarios y primeras planas del mundo.

De momento la cosa ha quedado en stand by con la consiguiente tasa de cambio industrial de 23 palestinos muertos por cada israelí fallecido.

Y como la ignorancia es la fuerza, cada bando después de la guerra, se declara vencedor; unos porque han demostrado que son casi inmunes a la lluvia de misiles y los otros porque han mejorado su tasa de cambio (antes estaba a 100 contra uno, ver Bienvenidos a Gaza ). Y respecto a los mirones (la comunidad internacional) hay para todos los gustos; desde los que destacan el derecho a defenderse de la lluvia de misiles, así como los que también resaltan el derecho de los palestinos para atacar a Israel. (que es lo mismo que asistir como espectador a unas sesión de tortura y  aplaudir cuando el torturado saca fuerzas de quién sabe dónde y escupe al torturador, aunque después de la provocación reciba un castigo mayor).

Lo que poco o casi nada ha mostrado la prensa es cómo se han movido los verdaderos actores de esta desgracia humana; me refiero a la industria bélica; y con lo poco que hay no queda otra cosa que apelar a la imaginación.

Lo poco: La Clinton en Israel declara que es una satisfacción que “nuestro escudo antimisiles les haya servido” (algunas versiones judías indican que el escudo es israelí pero la financiación estadounidense). El tenebroso líder militar palestino de Hamás, Ahmed Jabari, asesinado por el artilugio/drone Hermes 450 no era ni lejanamente el cerebro detrás de un gran proyecto misilero anti-israelí sino un subcontratista palestino

 al servicio rentado de Israel,  cuya misión era “controlar” a las barras bravas de la Yihad Islámica local impidiendo su pirotecnia provocadora.

La imaginación:  Con toda la tecnología satelital conocida y más aún con la secreta, es imposible que en Gaza se hayan colado misiles iraníes Fajr-5 o tecnología de cómo fabricarlos y montarlos allí sin que las fuerzas de seguridad de Israel o USA no hayan estado al tanto.

De modo que solo restaba un pequeño empujón a cualquier agente provocador para que Gaza “ataque”, se asuste a la población israelí con la lluvia de misiles y las sirenas pongan con los nervios en punta a los habitantes deJerusalen Tel Aviv (aunque militarmente no ocurriese nada pues los misiles iraníes han sido lo mismo que moscas muertas sobre la defensa israelí) como para que justifiquen que la Libertad judía reside en la Esclavitud palestina en los territorios ocupados; que la mejor forma de alcanzar la Paz no es con la justicia sino con la Guerra y que mientras se mantenga la Ignorancia de judíos y palestinos sobre quien mueve los hilos de su destino, la Fuerza de su odio estará garantizada por siempre.

Publicado originalmente en LaRepública.pe

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