Elecciones Perú
Los planes y los ‘preparados’
El manual de los lúcidos
Cuatro años antes de finalizar el siglo XX, tres prestigiosos ensayistas, expertos en anticomunismo, alumbraron en estas tierras un rotundo texto: “Manual del perfecto idiota latinoamericano”. Fue, tal vez, el primer intento serio de igualar el ideario izquierdista con la estupidez propia de los tontos.
Ahora bien, siendo los tontos, mayormente pobres y con poca afección a la lectura; y dada la propia naturaleza de un tonto, es poco probable que, primero, ellos fuesen el mercado ideal para la venta de ese libro; y dos, que también resulta improbable, que los muy tontos, comprasen un texto con tal título para alcanzar la perfección.
Dicho de otra manera y siendo el tal manual , uno prescriptivo (de precauciones), más les hubiera valido titularlo: “Cómo no ser un perfecto idiota; o, simplemente “Como no ser izquierdista”
Esta falta de precisión en el título, sumada a los trágicos resultados PISA, de la educación en Latinoamérica, que de un mensaje textual no podemos distinguir la información de la opinión, nos han llevado a una situación tal que, de volverse a escribir el tripartito ensayo, su título, —26 años después—, bien podría ser algo así: “Como ser tonto, sin saberlo”; con lo cual, no me discutirá el lector, los izquierdistas habrán alcanzado una perfección muy cercana a la elevación mística.
Menos mística ha sido la decepción de aquellos ensayistas y otros de menor rango (que ensayan a escribir con gran regularidad, aunque, infortunadamente, sin llegar al ensayo), quienes han descubierto con horror que el perfecto idiota ha devenido en tarado; y éste, siguiendo la multiplicación natural de las especies, ha dado lugar al vocablo electarado, que como bien adivina el lector, es el sustantivo colectivo que engloba al conjunto de electores que votan haciendo uso de su idiotez.
Error en el ensayo
Habrán de convenir los lúcidos autores del ensayo de marras que, en su texto olvidaron planificar qué hacer, en caso de que los idiotas prefirieran, —como es natural en estas cosas de la democracia— elegir como genuino representante suyo, a otro idiota.
Y en éstas estamos en el Perú, a dos semanas de la final electoral más importante de lo que va del siglo XXI. A la izquierda tenemos al representante de los idiotas peruanos; y a la derecha, a la genuina representante de los lúcidos del Perú.
El idiota improvisado
Se vería muy feo, que, al calor de la refriega electoral, los lúcidos salieran a pescar votos llamando idiotas a sus potenciales votantes; en vez de ello y con ese aire paternalista de amor feudal hacia los siervos, nos despliegan el mensaje de que el Candidato, (de momento no quieren llamarlo, idiota) es un improvisado; es decir, que no tiene plan. En cambio, ellos, los lúcidos sí que tienen plan.
Planeando con el libre albedrío que puede tener mi pluma, debo reconocer que los lúcidos casi se ajustan a la verdad.
En efecto, los idiotas son unos improvisados y; quizás, ésa es su mayor virtud. Puesto que la improvisación es un arte que no se improvisa, lo saben, quienes estudian años improvisación musical, en los grandes Conservatorios de música en el mundo.
Y digo que casi están en lo cierto, pues los lúcidos cuentan con un plan que ya está en vigencia desde el golpe de Estado del 5 de abril de 1992; un plan, que en su versión musical es “música celestial” para los finos oídos del FMI, el Banco Mundial y otros importantes quioscos de los dueños de esta parte del mundo.
Una de las mayores virtudes de este plan es que evita cualquier esfuerzo a la inteligencia local. La Cancillería peruana —merced a este ahorro de factor humano, es, en el continente, una terminal más de la oficina de asuntos exteriores norteamericana.
Y para cerrar con broche de oro, nuestro mayor logro de deslocalización intelectual, (llámese ahorro de sesos), es nuestro famoso BCR peruano; ante el cual, con mucho ahínco, casi hincados, se han visto obligados a jurar lealtad tanto los representantes de la idiotez como de la lucidez, hace poco.
De modo que, para sosiego de los redactores de Proclamas extra constitucionales, en la semana que termina se ha garantizado que nuestro señero BCR seguirá siendo una modesta y casi perdida agencia de la FDA; o sea, del BCR estadounidense.
Los del plancito
Sería injusto minimizar la habilidad intelectual de los lúcidos, a meros pasajeros de un cómodo vuelo que va décadas en piloto automático. No. Que va, ellos tienen lo suyo: los plancitos, una miríada de amores furtivos que se forjan en los pasillos del Congreso y los vestíbulos de los ministerios, ambos virtuales hoteles de paso, donde se labran encuentros y se gestan amores de cuyos frutos florecen más tarde, fortunas en la sombra, y donde hasta los más osados inversores, —sin tener un cobre en el bolsillo—, terminan invirtiendo millonadas en el país, con dinero que no tienen, pero graciosamente avalado por el Estado peruano.
Nuestro museo nacional
Si de algo no podemos quejarnos los peruanos en estos últimos treinta años de vigencia del plan que produce música celestial en oídos foráneos, es que hayamos dejado como pilotos a unos improvisados.
Aquí una primerísima breve lista de nuestros más solemnes y ‘preparados’ ex Presidentes: Alberto Fujimori, ingeniero, Rector universitario y matemático. Actualmente en prisión. Alejandro Toledo, economista, graduado en Estados Unidos, consultor internacional, actualmente esperado por el Estado peruano para ingresar a prisión; Alan García, para resumir su copioso currículo, Director, —nada menos—, de la ‘Maestría en Gobernabilidad’ de una universidad local. Prefirió el suicidio antes de ingresar en prisión. Ollanta Humala, oficial en retiro del Ejército Peruano. Fue internado en prisión con el primero de esta lista; actualmente en libertad, mientras espera sentencia. Pedro Pablo Kuczynski, el más preparado de todos, graduado en Política, Filosofía y economía en Oxford, Inglaterra; magister en asuntos públicos e internacionales en Princeton, Estados Unidos. Actualmente se encuentra cumpliendo prisión domiciliaria.
Como se aprecia, por este recorrido del imaginario popular peruano, tenemos un retablo de personajes, nada improvisados, pues más preparados, ya no pudieron haber estado.
Como alivio ante el apremio de presentar un plan y no tenerlo al momento, no está de más decir la verdad; o sea, que el plan, el verdadero, está por hacerse; no se cambian las cosas en el papel, sino estando encima del caballo; y al galope que se le pueda imprimir.
Como coda final, se puede apelar a la ahora quizá profética frase del verdaderamente ensayista y precursor del izquierdismo peruano, Mariátegui: El plan, el auténticamente nuestro, no será ni calco ni copia de ningún otro, sino lo que pueda salir.
Y el futuro, con la resistencia que opondrán los preparados, por supuesto que no será fácil; pero mucho peor está este largo e insoportable presente.