Guerra en Ucrania
Ucrania y el espejo de deformidades II
Ucrania soberana.
En un mundo, donde la economía está cada vez más globalizada, la palabra “soberanía” está en desuso; digamos que es un bien desconocido en el mercado y en el lenguaje político. Y no creo exagerar si digo que la gran mayoría de la población mundial, —que asiste regularmente a procesos electorales—, no tiene idea de su significado y mucho menos si dicha palabra tiene alguna importancia.
Ahora se está empezando a usar un poquito, especialmente cuando se afirma ؙ —y con razón— que Rusia ha invadido a un país soberano, (Ucrania), lo incomprensible es, si está tan claro— por qué no se usó el adjetivo derivado de soberanía cuando se invadió países tan soberanos como Iraq, Afganistán, Libia y Siria; solo por mencionar algunos países y descontando los territorios palestinos invadidos por el Estado de Israel.
Pero volviendo a Ucrania es pertinente decir que, si alguna vez este país fue soberano, (en las últimas tres décadas); lo habrá sido, —tras la disolución de la URSS—, por unos cuantos meses entre agosto y diciembre de 1991; más o menos el tiempo en que se demoraron los antiguos gerentes de las empresas ex-soviéticas allí localizadas, en hacerse, — vía el timo de la privatización—, en los únicos y auténticos soberanos de ese país.
Es decir, pasaron de ser gerentes de empresas públicas; o sea, de meros empleados, a ser casi omnipotentes Oligarcas, (en el caso específico de las ex-repúblicas soviéticas, en un puñado de novísimos ricos). El hurto corporativo no lo hicieron solos, al igual que sus pares rusos, contaron con la complicidad de oligarcas y gobernantes europeo-estadounidenses.
Pero la nueva oligarquía ucraniana no terminaba de definir su futuro, si apegada a Moscú o Washington; probablemente creyó que podía tener un juego propio, cortejando por igual a Rusia y a los Estados Unidos.
Lo cierto es que el patrimonio energético, geopolítico y alimentario de este país de la Europa Oriental, era botín demasiado apetitoso para dejarlo por libre.
El factor estadounidense.
Barack Obama habiéndose asegurado un segundo mandato en noviembre de 2012, en tan solo un año, “invirtió” cinco mil millones de dólares, (* 1), para “asegurar la prosperidad y la democracia en Ucrania”.
Cuando en diciembre de 2013, Victoria Nuland , secretaria de Estado de Obama anunció el propósito y casi segura profecía obamista, haciendo público el monto de aquella inversión, no tuvo la gentileza de mostrar facturas ni indicar los rubros ni los sectores en que se habían puesto esos caudales.
A ver, no habiendo datos precisos, no queda otra opción que apelar a una licencia de análisis ficticio y por descarte llegar a algunas conclusiones.
Con 5 billones de dólares se hubieran podido construir más de un centenar de postas médicas, escuelas y centros para actividades recreativas, culturales y deportivas. Como se sabe esos bienes nunca se materializaron en Ucrania, ni mucho menos la “prosperidad” prometida que no llegó nunca.
Lo que sí se sabe es que en 2013 aparecieron tres nuevos canales de televisión de amplia cobertura y de una línea editorial abiertamente beligerante contra el gobierno democráticamente elegido del pro ruso Viktor Yanukovich .
Por ahí podría tener sentido la inversión democrática de los EEUU. Pues si la democracia básicamente es una idea opuesta a las ideas de dictadura y la autocracia, “invertir” en democracia equivaldría a invertir en vacunatorios/canales de televisión que difundiesen estas ideas vacunando sutilmente a la población ucraniana contra la plaga de simpatías por la dictadura y autocracia, especialmente si eran de proveniencia rusa.
Y como quiera que las ideas por si solas no son suficientes para asegurar la voluntad electoral, ni menos la conducta democrática de la población, nunca está demás contar con destacamentos político-militares bien entrenados en promover asonadas, para que conduzcan con rigor y disciplina la errancia de los desafectos a la democracia marca “occidental”.
Y así, puestas en acción las ideas junto a la fuerza, la democracia esperada por los EE UU. llegó a Ucrania en febrero de 2014 vía golpe de estado político-militar-mediático; un claro golpe de Estado a secas, mediáticamente santificado y glorificado por la prensa occidental, como una victoriosa “revuelta popular”.
Apenas afianzado el nuevo gobierno surgido del golpe, Obama nombra como enviado especial, (*), a Ucrania a Joe Biden , en ese entonces, su vicepresidente, y hoy actual presidente de los EEUU.
A poco de instalarse el nuevo gobierno golpista en Ucrania, sus cómplices europeo-estadounidenses descubrieron la piedra filosofal: Los nuevos gobernantes democráticos; la clase empresarial democrática; y, las nuevas instituciones democráticas ucranianas, todas estaban carcomidas por la plaga de la corrupción. ¡Qué horror!
Por ejemplo, descubrieron que uno de los más importantes y flamantes oligarcas ucranianos, Mykola Zlochevskiy , era un villano.
se había hecho dueño de la mayor empresa energética ucraniana Burisma Holding; y, además —cosa rarísima—, siendo la empresa, ucraniana; y que, como es natural, operaba en Ucrania; a pesar de ello, tenía su sede en el paraíso financiero de Chipre. Un hecho insólito en el sistema capitalista, descontando, claro está, a Amazon, Google y una miríada de otras empresas.
Además, el bandido de Zlochevskiy, en 2010, siendo ministro de ecología levantó todas las restricciones ambientales, para que su propia empresa, Burisma Holding, explotara los yacimientos gasíferos de Ucrania. Ciertamente, un caso muy frecuente en el sistema occidental, que ministros beneficien a empresas con las que tienen vinculación directa. Los peruanos podemos recordar al hoy encausado por corrupción, Pedro Pablo Kuczynski que se montó un banquito que con una mano se encargaba de comprar papeles de la deuda peruana, a precio huevo, para luego de unos años, ya como ministro de Economía (del hoy prófugo de la justicia peruana, Alejandro Toledo) con la otra mano “honrar el crédito nacional”, pagando esa misma deuda, a precios revalorados.
Ucrania, la prosperidad prometida y papi Biden.
Cuando en noviembre del 2020 se declaró a Joe Biden ganador de las elecciones en EEUU, se pensó que el mundo podía tener un alivio al haberse librado de un orate como Donald Trump, megalómano e ignorante que dado su negacionismo del cambio climático podía poner en riesgo al planeta.
Pero hete aquí que el viejito bonachón que lo reemplazó ha resultado ser una tremenda uña y que su interés en el conflicto ruso-ucraniano tiene poco que ver con aspiraciones democrático-libertarias y más con la pérdida de su tajada en la torta ucraniana.
Para vislumbrar esta conducta, tenemos que regresar al pasado. Para encontrar allí los hechos indiciarios.
Estamos en febrero de 2014; ese año los astros iban a complotar contra el destino de Ucrania y los ucranianos; los vaticinios de prosperidad y democracia hechos por Obama resultarían siendo una falsa profecía; aunque es justo decir que lo que para unos fue desgracia, para otros resultó ser dineraria fortuna.
En ese mes de febrero, vía golpe de Estado, cae el presidente ucraniano Yanukovich. Y en ese mismo mes, un tal Hunter Biden es separado de las filas de la Marina estadounidense, por dar positivo al consumo de cocaína.
Y aquí ojo al dato: El corruptísimo bandolero Mykola Zlochevskiy, (citado líneas arriba), contrata en abril del mismo año; es decir, dos meses después del golpe de Estado; y dos meses después de que el hijo del vicepresidente de los EEUU fuese separado de la Marina, a éste mismo personaje, lo contrata como miembro del Directorio de su poderosa energética ucraniana Burisma Holding; con un sueldo astronómico: ¡Un millón de dólares anuales!
Sólo para poner la cifra en contexto comparativo, es pertinente decir aquí que, en ese entonces el sueldo anual del presidente de los EEUU era 400 mil dólares anuales. O sea, el hijito del Vice, lo doblaba en sueldo al Presi.
A ver, vale la pena preguntarse: Si el hijo del vice de EEUU no estaba apto para estar en las filas de la Marina; si no estaba apto para estar a bordo de los navíos de su fuerza naval, ¿Cómo es que sí estaba apto para estar a bordo en la cabina de mando de semejante empresa, ocupando una silla en el directorio de la corporación energética? Es más, con esos antecedentes no hubiera podido siquiera aspirar a trabajar en alguna prestigiosa corporación financiera de Wall Street.
Todo un misterio que el vástago del vice estadounidense, que no hablaba, no habla ni hablará ruso ni ucraniano; aunque se le supone un inglés muy estimulante, haya podido alcanzar el estrellato salarial sin ninguna virtud ejecutiva conocida.
¿y qué decía papi Biden a todo esto?; ¿Qué decía la prensa estadounidense, ese pilar de la democracia? Pues muy poco o casi nada; a lo más, algunos timoratos insinuaron que “Parece que el hijo del vice podría estar muy suelto y estar mal actuando por su propia cuenta…”.
De Biden se sabe que, entre 2014 y 2016; es decir, en el lapso de solo dos años, viajó 12 veces a Ucrania. La prensa occidental diría que esos viajes estaban relacionados con las gestiones protocolares propias de su cargo de “enviado especial”. Y los pocos mal pensados que en el mundo hay, dirían que, de enviado, nada; más bien iba a recoger; no fuese a ser que un hijito con aquellas debilidades, convirtiese la platita en polvo puro.
Pero no es necesario tener una Maestría en Corrupción avanzada. Bastaría con un diploma en Hampa Básica y Corrupción Uno para darse cuenta de que es un típico caso de raqieteo con terno y corbata; o sea, Racketeering , cuya definición en inglés es muy descriptiva: “Acuerdos comerciales deshonestos alcanzados con acciones fraudulentas”.
Organización Criminal.
Entrando un poco en el territorio de la ficción jurídica; digamos que si los delitos de corrupción tuvieran jurisdicción universal; es decir que pudiesen ser perseguidos en cualquier parte del mundo; no dudo que cualquier fiscal peruano; digo, por ejemplo, un modesto fiscal provincial, que tanta experiencia y eficacia tienen en sentar en el banquillo de los acusados a tanta autoridad regional y local, hace rato que hubiera puesto en la misma lista de acusados donde están Fuerza Popular y Keiko Fujimori, al Partido Demócrata de los Estados Unidos, a Barack Obama y a Joe Biden imputándoles el mismo delito de organización criminal, en tanto y en cuanto utilizaban a su organización para desde los cargos públicos alcanzados con ella, realizar actividades ilícitas.
Entonces, no cuesta trabajo imaginar que lo que la prensa “occidental” prístina y seria, calló y omitió en siete lenguas, las primeras planas de los tabloides peruanos, como El Popular o El trome, tendrían un festín de titulares:
“Coimero Biden cobraba cupo a empresa ucraniana”.
“Mafia gringa, hijo del capo, era el Caja de la banda”.
Por supuesto, que entre quienes mal piensan hay que incluir a la congresista estadounidense, del partido republicano, Marjorie Taylor Greene
que en enero de 2021 presentó una moción de acusación contra el presidente Biden por abuso de autoridad y soborno en el caso relacionado con su hijo, Hunter Biden. Una acusación que tuvo un recorrido muy corto y peor fortuna, pues la democracia aquí o allá es mucha democracia, y el estado de Derecho muy derecho, con sus pesos y contrapesos que siempre permiten que todo quede como está, en su debido sitio.
Y para cerrar este pasaje con el afortunado hijo, cabe referir que el astronómico sueldo empezó a declinar después de que el gobierno de Obama y el puesto de su padre en este, llegara a su fin.
En marzo de 2017, tan solo dos meses después que Biden dejara la vicepresidencia, Vadym Pozharskyi (*2), encargado de finanzas de Burisma Holding, le envía un correo electrónico al hijo del ex vice, anunciándole que su sueldo se ha rebajado a la mitad y que aún así es el sueldo más alto de la corporación y que deseaban seguir contando con su colaboración. Y el miembro estrella de Burisma , siguió tranquilo cobrando la jugosa mitad hasta abril del 2019, cuando renunció a la compañía ucraniana a solicitud de los estrategas de la campaña de papi, que encontraron en el vínculo laboral un flanco peligroso en el camino a la presidencia del candidato demócrata.
Como se ve, Ucrania ya era una colonia con aspiraciones muy soberanas en esos tiempos; y sus visitadores, prósperos a más no poder.
Continúa en el post siguiente
(*) Eufemismo neoimperial que sustituye al ant6iguo «Visitador» de la Colonia.
(*1) https://rebelion.org/ucrania-en-llamas/
(*2) https://nypost.com/2021/05/26/hunter-bidens-ukraine-salary-was-cut-after-joe-biden-left-office/