Regímenes de hojalata

Carta a Bob en Northumberland, Inglaterra

Estimado Bob

En el 2023, en nuestra revisión anual trajimos a colación el “1984”  de George Orwell; especialmente en cómo retrataba a los núcleos internos del poder; que hoy, en la vida real, no son otra cosa que el llamado “the Deep State”, (el estado profundo), o también, “The Blob”, (la baba ), que es quizá una mejor descripción de cómo funciona actualmente: Una baba que corroe y se desparrama por todas las dependencias del poder; y cómo sus conflictos y errores empujaban transformaciones que ni ellos mismos son capaces de vislumbrar y menos entender. Tal como se muestran en los ensayos de JK Galbraith, refiriéndose a los drásticos cambios que operan en la sociedad actual.  y como los devaneos y arrogancia del poder nos recordaban a las interminables fiestas de Scott Fitzgerald en el Gran Gatsby.

En 2024 podemos revisar La Guerra y la Paz de Leon Tolstoi, algunas de sus escenas fundidas con declaraciones recientes de Putin y un par de frases de Antonio Gramsci y Lenin, hechas en el siglo pasado.

El primero dijo, refiriéndose a la guerra en Ucrania: «Esta es una guerra de matemáticos»; el segundo dijo en 1930: «El viejo mundo está muriendo, y el nuevo mundo lucha por nacer. Ahora es el tiempo de los monstruos»; y Lenin dejó dicho en 1917: «Hay décadas en las que no pasa nada; Y hay semanas en las que pasan décadas».

En mi juventud leyendo a destacados autores sudamericanos, como Miguel Ángel Asturias, Ciro Alegría, José María Arguedas, Jorge Icaza, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano y otros,  aprendí sobre personajes extravagantes que poblaban las llamadas Repúblicas Bananeras; por allí desfilaron los Estradas, los Somozas, los Trujillos, los Odrías, los Melgarejos y una larga lista; cada uno más escandaloso que el anterior, su extravagante  imaginación sobrepasaba ampliamente los límites del decoro, la maldad y del más mínimo sentido común.

“Son unos hijos de puta, —decían de ellos los gringos—, pero son «nuestros propios hijos de puta»

Ahora, ya con varias décadas encima, basta una simple revisión diaria de titulares en los medios occidentales para llegar a la conclusión de que están poblados por una fastuosa selección de personajes bananeros pululando por los noticieros; todos esforzándose por lograr las declaraciones más estridentes y fatuas, sin asiento alguno en la realidad. Todos ellos, propalan sus ocurrencias, segurísimos de que de sus labios se proclamasen verdades trascendentales.

En todos ellos es palmaria la ausencia de humanismo, el conocimiento de la historia, las habilidades de la diplomacia y el sentido común, todos componentes del exquisito arte de gobernar; que es muy distinto de la facultad de mandar, posición a la que han llegado merced a un caprichoso requiebre de la matemática del caos y el azar del destino.

A estos personajes de hojalata se les dijo que era posible infligir una derrota estratégica a Rusia. Que Rusia no era más que una España con una gasolinera; que se la iban a tumbar de un par de chicotazos y que iban a convertir su moneda, el rublo, en material de desmonte, dado la abrumadora destrucción que iba a sufrir.

Sus expectativas y cálculos resultaron ser catastróficamente equivocados; solamente el férreo control que tienen sobre la narrativa de los hechos les sirve para no percatarse y ocultar que son ellos los que están al borde del precipicio de la historia.

Lo cierto es que la derrota del Occidente Colectivo ya está aquí, pero nadie se atreve a pronunciarla.

Traigo, en este punto, el comentario de Putin sobre la guerra: «Esta es una guerra de matemáticos». Probablemente lo sea, en tanto en ella prima la tecnología. El teatro de operaciones siempre está a la vista; la vigilancia satelital otea casi todo y todo el tiempo; los drones siguen desplegando su mortífera amenaza, incluso en la oscuridad. Los grandes enfrentamientos de tropas que se enfrascaban en la lucha de  cuerpo a cuerpo (La Guerra y la Paz de Tolstoi) han sido reemplazados por bombas termo-báricas que desatan el infierno en vastas franjas de tierra en el campo de batalla; las defensas antiaéreas libran una desigual batalla contra  los misiles que impactan con precisión los objetivos estratégicos contrarios; los rusos, incluso, han desarrollado una bomba «limpia» , invulnerable a cualquier defensa y que destruye el blanco de su objetivo, pulverizándolo totalmente, pero sin efectos radiactivos.

La épica ha sido abandonada en manos de los titulares de la propaganda. corresponsales de guerra por una miríada de publicaciones de Telegram; Los únicos elementos no tecnológicos en esta guerra moderna son los cientos de miles de cadáveres; e igual o mayor número de seres humanos que han quedado mutilados para lo que les quede de vida; cifras trágicas que ninguna de las partes en esta guerra quieren hacer de dominio público.

Con este trasfondo tenebroso, traigo a colación lo que la imaginación de Gramsci avizoró hace casi un siglo, viendo el ascenso del fascismo en Italia y el nazismo en Alemania. Hoy, lo imaginado antaño, parece ser una imagen de la diaria actualidad. El nuevo mundo no parece haber nacido todavía; Y seguimos rodeados de monstruos por todas partes.

La humanidad se encuentra ahora en una coyuntura en la que todo gira a un ritmo dramático de cambio (JK Galbraith), mientras que en el trasfondo de la escena mundial, todo parece mantenerse en la quietud.

Aquí es donde traigo la metáfora del tiempo y la historia de Lenin; por ejemplo, con lo ocurrido recientemente en Siria bajo el mando de Bashar al-Ásad:  quien resistió durante trece años los embates de Occidente para derrocarlo… para caer, increíblemente, en el lapso de trece días.

No solo eso; de este colapso emergió como líder victorioso un hombre que estaba en búsqueda y captura, con una recompensa de diez millones de dólares por su cabeza, que pagaría el Departamento de Estado de los EEUU, a quien lo entregara vivo o muerto. Esta entidad lo

tenía registrado como temible y sangriento terrorista de Al-Qaeda.

En el lapso de unas cuantas horas pasó a ser considerado como un “Yihadista moderado”; digamos un combatiente Halal, (*) que muy pronto abandonó el turbante en la cabeza y cambió todo su atuendo por un impecable terno; incluso se amarró una corbata al cuello para reunirse con los líderes occidentales.

Y muy poco después hemos visto como la CNN, la BBC y otros medios occidentales, borraban los antecedentes de este individuo; del mismo modo que Winston Smith, (el orwelliano personaje de 1984) borraba los antecedentes del aliado actual, porque hacía muy poco que había cambiado de bando. Unas veces el temible enemigo era Eurasia y otras Estasia; y, por supuesto, a cada mudanza de la identidad del enemigo, Winston Smith se dirigía a los archivos, borraba el pasado y actualizaba el presente en el historial de cada bando.

Estimado Bob, estamos pues siendo testigos de un presente distópico cuya prevalencia es muy difícil de anticipar, pero no menos interesante de seguir apasionadamente.

Con la consideración y el respeto de siempre,

Jano

Londres, enero de 2025

(*) Halal: Ritual y costumbre musulmana que consiste en el sacrificio incruento de los animales que se van a consumir, invocando el nombre de Alá.

Este post fue publicado el 19 de enero de 2025

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