El Sistema: como chino en quiebra

Cuando  una mañana de junio, —hace ya 26 años—  el Partido Comunista Chino decidió disolver a sangre y fuego una multitudinaria protesta (llevada a cabo por estudiantes, intelectuales y trabajadores, que reclamaban mayores derechos políticos y laborales), causando un indeterminado número de muertos y miles de heridos en la mítica plaza  pekinesa de Tiananmén, al mundo “libre”, (léase occidente —y por occidente léase capitalista o aspirante a capitalista—.), le importó un carajo que la infantería blindada comunista, (tanques), aplastara literalmente, (como si fuera en secuencia de dibujos animados) a cientos de ciudadanos chinos que murieron por erigir estatuas de la libertad hechas con cartón piedra, y por gritar que estaban en contra del partido único y de la liberalización del mercado.

Los Grandes Timoneles del capitalismo de esa época: Ronald ReaganHenry Kissinger y Milton Friedman ya le habían agarrado cariño a los comunistas chinos unos años antes; especialmente cuando Deng Xiaoping, Presidente del PC Chino de entonces,  en plena orgía crematística anunció oficialmente y muy comunistamente que lucrar era Divino. Y en esa religión se han aplicado hasta ahora; conservaron el membrete PC, pero volvieron a lo suyo que son las dinastías chinas. Así la nueva dinastía, la  del Partido Comunista, se embarcó en un colosal capitalismo de Estado, teniendo el principal factor productivo, la mano de obra, (a costo prácticamente cero), en condiciones de neo esclavitud, sin derecho a la huelga ni a ningún tipo de protesta y sin  compensaciones de ningún tipo; con la única esperanza de morirse un día, en pleno trabajo, por supuesto.

 Lo demás es historia conocida, la capacidad industrial de “occidente”, (léase fábricas) se desmontó y se trasladó a China y otros países del Asia, (los Tigres del Pacífico, les decían), para lucrar a precio huevo. Al no tener un mercado de consumo interno, la dinastía del PC Chino empezó a acumular ingentes cantidades de dinero que empezaron a “colocar” en Occidente. Los hijos de la dinastía del PC chino empezaron a educarse en las universidades más caras de Europa y Estados Unidos; se hicieron de innumerables propiedades inmobiliarias; (creo que lo único que no les vendieron los estadounidenses a los chinos fue la estatua de la Libertad). Hasta el 2008, una parte importante del capital financiero chino estaba invertido en los bonos del tesoro de Estados Unidos. (probablemente la drástica caída de estos bonos explique en parte el desplome actual de la bolsa china). Y como por la plata baila el mono; y por el oro, amo y todo, hasta el mandamás chino de ese entonces Hu Jintao  llegaron en Santa Cofradía centenares de pedigüeños, entre ellos, por citar algunos:  el inglés Tony Blair, pidiéndole guita para apuntalar al banco británico Barclays que andaba tambaleándose; la estadounidense Hilary Clinton, emisaria de Obama, también con el sombrero en la mano para que eche allí unos billones de dólares. Por estos lares la cosa fue menos limosnera, pero con gran despliegue de atención. En ese entonces el excelentísimo primer servidor del Estado peruano, el señor García, se presentó ante Hu Jintao, y como si fuera un comedido estudiante primarioso de escuela pública en ceremonia oficial de la efeméride escolar, le declamó en perfecto dialecto mandarina-china una breve pieza retórica cuyo contenido nunca sabremos a ciencia cierta. Lo cierto, es que al terminar su perorata, en un arrebato diplomático se acercó hasta Hu Jintao, (quien tenía cara de no haber entendido nada) y le estampó un sonoro beso en el cachete, para sorpresa de todos, hay que decir.

Había que ser realistas, el Imperio yanqui ya fue, lo que se venía era un cambio de posta imperial y había que estar en sintonía con los nuevos tiempos. La clase acomodada peruana empezó a mandar a sus hijos a que conozcan China, las universidades locales empezaron a ofertar cursos de mandarín, los productos chinos, especialmente textiles, invadieron los mercados en desmedro de los productores locales y aparte de esto, podríamos decir que con algunos vagos temores, el mundo estaba chino de risa.

Hasta que el 11 de agosto pasado, China decidió devaluar su moneda, el Yuen, (me ahorro las explicaciones, pues ningún razonamiento de los expertos es coincidente, ni menos concluyente) y a la bolsa del mercado financiero chino se le empezaron a ajar las asas, (un servidor ya lo había advertido en anterior post, ver Grecia y el fin de las ideologías ) y el lunes 24 de agosto, (Black Monday) la bolsa se fue al suelo, (según The Economist, el mercado financiero chino ha perdido hasta ahora el 40% de su valor; —un porcentaje curiosamente cercano al 34% de pérdida que lleva ya la Bolsa de Valores de Lima—). La bolsa de valores británica perdió sólo ese lunes fatídico, 114 billones de dólares. Las bolsas europeas en conjunto perdieron más de 700 billones de euros. Y, siempre según The Economist,  a nivel global se han hecho humo 5 trillones de dólares, (5 mil billones ).

La cantidad de dinero que se ha hecho humo es difícilmente imaginable porque su magnitud escapa a la aritmética doméstica; pero, —al igual que en la crisis financiera del 2008—, la realidad se va a encargar de traducirla lenta y silenciosamente en:  desempleo; suspensión de la cadena de pagos; devaluación de las monedas. En  la pérdida de los ahorros y la vaporización de las pensiones.

A casi tres semanas del desplome bursátil mundial, la prensa mundial escasamente cubre las ondas expansivas del colapso. Hay un silencio concertado, como si hubiese sido una especie de desastre natural; un ciclón, un mal Niño o un grave terremoto. Como si detrás del descalabro financiero no estuviesen hombres de carne y hueso, con nombres, apellidos; y,  finalmente, responsables del desastre.

En este mismo diario, un columnista, (cuyo CV personal es una auténtica cartera de business ), ranqueado en Harvard y Stanford, sugirió que a la novel aspirante a la presidencia Verónika Mendoza, debería aplicársele la prueba ácida: la aspirante debía de sortear un complejo algoritmo político que consistía en saber si era capaz de vilipendiar sucesivamente a Venezuela, Chávez y Maduro. O sea, el mundo entero se está yendo al carajo y al establisment peruano le preocupa más alcanzar un elenco electoral acorde a su propia ceguera que encarar la realidad que se viene. Viniendo, el columnista,  del rubro economics, lo más sensato hubiera sido aplicar la prueba ácida al propio sistema financiero peruano; ¿qué tan sólidos están los bancos locales, frente a la turbulencia que se avecina; cuán sólidas son las inversiones de las AFPs locales; cuál es la situación de las reservas monetarias; dónde están, cuánto se ha gastado;  y en qué y por qué?; ¿Alguien, en último término, es responsable de algo?

De esto no se habla ni se escribe, el foco noticioso está centrado en los inquilinos de turno  de palacio,  adonde la menudencia/sencillo/plata llega sola; pero sobre el inminente y multimillonario gran forado, lo que hay es un silencio catedralicio.

El 28 de agosto pasado un grupo de asaltantes en el aeropuerto de Juliaca logró hacerse con un botín de 123 kilos de oro, cuatro millones de soles y un millón de dólares, (el monto total de lo robado alcanza los 21 millones de soles). A los pocos días, la policía recuperó parte del oro, (30 kilos) y un millón de soles; la policía también anunció que se les aplicará la pena de cadena perpetua a los malhechores; uno de ellos, el sospechoso de liderar el asalto, un tal Narigón, fue capturado e identificado inmediatamente; llevaba un blue jean azul, chompa de lana a lo Jorge Chávez y una modesta casaca, y era prácticamente llevado a rastras por dos efectivos de la policía.

En el mes de Agosto, las AFPs del Perú han perdido más de 500 millones de soles; los sospechosos representantes de los fondos de pensiones visten ternos impecables; no hay policías que los lleven a rastras; en cambio son escoltados por una anuente troupe de reporteros y camarógrafos. Nadie sabe si son,  o serán en algún momento, merecedores de alguna penalidad, descuentos en sus sueldos; o si les espera alguna cadena perpetua, aparte de las cadenas de oro que lucen, cuando van de paisanos en el verano.

La prensa, radio y televisión peruanas consideran que la pérdida de 21 millones de soles es “El robo del siglo”; la evaporación de 500 millones de soles de los fondos de pensiones de los trabajadores peruanos no ha merecido ningún titular, ni sobrio ni alarmante.

Visto está que hasta para robar o hacer perder, —que es lo mismo—, hay que tener muy, pero muy mucha clase.

Publicado originalmente en LaRepública.pe

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