Libertad, Democracia y cómo es la suya

Sobre el origen de las ideas

Salvo las ideas religiosas cuyo origen se presume sobrenatural y amparado solo por el misterio de la fe; las demás ideas, en general tienen su origen en una cosa que se llama cabeza, y más especialmente, en el cerebro, un centro neurálgico encargado de recibir información vía sensaciones, pensamientos, palabras orales o escritas, imágenes, sonidos, olores, sentimientos y emociones que se cotejan y comparan con la memoria instalada por la educación, la cultura, la familia y el idioma.

De esta ensalada de cosas es que salen las ideas que se andan desperdigando por aquí y por allá.

Ahora bien, si el lector intenta encontrar algo más académico y fino, puede acudir a diversos textos, manuales y diccionarios de las ciencias más reputadas y occidentales que tratan sobre la filosofía, política, historia e ideologías.

Acá, más bien, un servidor, en plan Vulgata, se despacha con lo poco que ha alcanzado a comprender sobre estos asuntos.

El carrusel de las ideologías

Al igual que en los juegos mecánicos, no hay movimiento infinito en el carrusel de las ideas; es decir, cada cierto tiempo tiene que pararse, para que se apeen de los caballos quienes estuvieron sometidos al doble movimiento horizontal giratorio de la rueda del tiovivo; y el movimiento ondulatorio vertical del caballo que galopa unas veces hacia arriba y otras tantas hacia abajo.

De modo que, para que el juego mecánico y el juego de las ideas sea atractivo para el público y lucrativo para el dueño, el método consiste en que el movimiento no sea tan rápido que produzca vértigo ni el tiempo de ocurrencia sea tan largo, que la clientela se aburra y pierda interés en repetir alguna otra vez el juego.

Hecha la introducción al juego mecánico, llega el momento de establecer su paralelo en el mundo abstracto de las ideas, para lo cual es preciso  nombrar a los caballos de la ideología; allí va, parece que primero, el brioso corcel llamado Libertad; detrás de éste va el potro llamado Democracia; le siguen en tropel Justicia, Verdad, Constitución, Independencia de Poderes, Estado de Derecho; y ya en tropilla diversos potrillos, elecciones libres, Libertad de Prensa, Libertad Económica, Prescripción del delito, Querido Proceso, Derechos Humanos, Institucionalidad; y al final, junto con todos, galopando también en círculos, un gracioso burrito sabanero llamado: Imperio de la Ley.

Este juego de abstracta mecánica, cual Feria de Atracciones, llega a nuestros países cada vez que se convocan procesos electorales de importancia; y se hace más intenso cuando los empresarios dueños del terreno donde se monta la feria y los propietarios de los juegos, creen que por malignas decisiones del destino y malévolas influencias de países donde reina el hambre, la tiranía y la oscuridad, el negocio o bien va a menguar o, en el peor escenario, se va a terminar.

La Industria

Una vez acabada la Feria de Atracciones de las Ideologías, todas las ideas aterrizan en la vida prosaica y se convierten en cosas muy mundanas como carteras ministeriales, curules parlamentarias, sillones, sillas y escritorios de oficinas, archivadores; también puestazos, puestos y puestitos, cada cual con sus asistentes; también circulan en esta lista, carros oficiales, choferes y seguridad; pasajes que llevan a embajadas y otras agregadurías que de arriba hacia abajo se van agregando a otro sin fin de cosas con valores ya menores, cuyo denominador común es: Dinero.

Porque al final de tanta vuelta en ese engañoso carrusel, la Política, en Lima, en Washington, Londres, Madrid o París, no es otra cosa que una industria que produce y vende ilusiones a cambio del muy respetable y muy puto dinero.

Libertad y registro nacional de proveedores

Lo único malo con el dinero, es que cuando deja de ser un medio de cambio y se convierte en un fetiche, termina siendo una adicción más peligrosa que la heroína; y en el caso del dinero, más que producir sueños de opio, ante la inminencia de su carencia produce un cuadro de pre-abstinencia que induce sueños de afiebrado heroísmo y amenazante violencia contra el prójimo, con lo cual el brote de locura que sobreviene es un episodio de paranoia difícil de apaciguar.

Signos de este angustioso estado se aprecian en Perú, en estos días que el carrusel de las ideologías ya ha parado; los juegos ya se están desmontando, y aunque el movimiento se ha detenido, los jinetes siguen en su putu-cún, putu-cún, putu-cún, en un poético galope inmóvil; un poco en plan de ese viejo adagio que decía que cuando los necios escogen un camino, y el camino se acaba, los necios siguen caminando.

Y, como toda adicción vergonzante, la adicción que tienen al dinero no se atreven a confesarla y la disfrazan como bienes abstractos que gozan de la simpatía colectiva y cuya pérdida debiera angustiar a todos por igual, cómo es el caso de la libertad.

Ay, con esta libertad, ese bien tan bello y etéreo, que para tantas buenas causas ha servido de aliciente, tampoco puede evitar su acabamiento frente a la erosión prosaica y maldita de la sustancia, que no es otra cosa que el Rico Billete; o, ¿y cómo es la mía, Libertad?

Y esa Libertad/Dinero tiene que estar en algún lugar, en algún “barrio caliente”, donde teniendo los contactos necesarios, es posible conseguir los subidones que los hacen sentir de arriba y de mucha altura y de mucha importancia y aceptación entre los suyos.

Pero, claro, como no son unos vulgares pastrulos buscando sus caños en cualquier esquina del movimiento, a los adictos por la plata en grande, no los vamos a encontrar en cualquier rincón; es más, ni siquiera hay que buscarlos, porque como son de alto vuelo, son de mucho mostrar y ostentar, porque si no puedes ostentar de tener lo último de esto y aquello, ¿de que vale tener plata pe’, huón?

Así se les puede ver en las marchas conjuntas de la coalición cívico-militar, auténticos corsos alegóricos donde se junta la ostentación con la rica angustia.

Ahora bien, dando por cierto que las ideas, puras ideas no son; y que más bien, son puro dinero, un servidor, —antes de marearse y marear al lector con tanta disquisición—, se pregunta: ¿y de dónde sale tanta droga/dinero?

Bueno, es una pregunta retórica; y responderé con otro cuestionamiento retórico: Si el Estado, este monstruo elefantiásico que todo lo quiere y nada puede ni sabe hacer; si este Estado peruano es tan malo y horroroso, ¿por qué no quieren cambiar su modelo?

Ahí lo dejo, espero que aparezca un Adam Smith peruano, que responda con un Tratado sobre la Riqueza de la Nación peruana.

Menudo trabajo que le espera, separar la paja del trigo; la labia fanfa de la data real; la minería legal de la ilegal; el narcotráfico y cómo se mezclan los distintos sectores productivos con la industria nacional del lavado y maquillaje de dinero.

En lo que respecta al origen de la riqueza bulliciosa de la libertad, me sorprendería si el hipotético autor no descubriese, en el registro nacional de proveedores del Estado a los principales bullangueros y mayores mamones del Estado que dicen odiar; un maldito Estado que les compra a sobreprecio desde papel higiénico, publicidad, construcción de carreteras y edificios, hasta agencias de seguridad con amplia experiencia político- militar.

Plutarco y las Vidas Paralelas

Plutarco, —para mí— era un libro que estaba siempre en la mesa de noche de mi padre. Con los años y la curiosidad encontré la miel del método que tenía el tal señor griego para entender la historia y sus actores. Le bastaba tomar por parejas a los personajes, referir sus trayectorias y destinos finales; resaltando más que los hechos históricos sus coincidencias en temperamento, especialmente los vicios que los perdieron y que explican el cómo y el porqué de un destino final tan igualado no obstante los escenarios y tiempos distintos.

“Vidas paralelas”, es el título de aquel libro excepcional. Y lo que sigue es una adaptación personal y a mi elección de dos personajes cuya comparación nos puede dar una clara idea de cómo, los altos y muy nobles pergaminos pueden esconder altos latrocinios. A continuación, el primer personaje:

Don Juan Carlos I de España

Nació como nieto de un Rey que había perdido el Reino de España. Para ser proclamado Rey tuvo que perpetrar tres actos opacos: Matar accidentalmente a su hermano mayor. Matar simbólicamente a su padre; y aceptar como padre putativo al general Francisco Franco, dictador de España. Por circunstancias históricas que no es preciso citar aquí, Don Juan Carlos encarnó en una sola persona, lo que le ocurrió a un país entero. Una noche, España se acostó fascista y, al día siguiente, despertó demócrata.

Durante tres décadas y merced a este aparente milagro, el pueblo español si bien no se hizo monárquico, por lo menos se hizo juancarlista. Un rey, bonachón, dicharachero, bromista, respetable Y respetado casi por todo el mundo.

Pero a la par de estas virtudes, el monarca tenía gruesos defectos que sus mas cercanos ocultaban porque también medraban con él. Muy tarde se supo que pedía limosnas millonarias a monarcas de los reinos árabes, para “Mantener viva la idea de la monarquía en el mundo”.

Y siendo un Rey que abría todas las puertas para los empresarios hispanoamericanos, lo que tenía de hablador, lo tenía también de mordedor; o sea, el muy regio, cobraba regiamente la suya.

Tuvieron que concurrir dos hechos para descubrir su verdadera catadura mercantil:

Que la prensa británica revelara que una investigación sobre lavado de dinero en Suiza involucraba al monarca con triangulaciones en diversos paraísos fiscales.

Y que el monarca acabase en malos términos una relación amorosa con una señora alemana. Habiendo roto palitos, el Rey le pidió devolver 65 millones de euros; a lo cual, ella se negó y respondió que los obsequios de amor, no se devuelven; y, en retribución por tamaño pedido, lo acusó de haber cobrado una comisión ilegal de 100 millones de euros por una obra ferroviaria en Arabia Saudita.

En una curiosa reacción, la prensa española que inexplicablemente y durante décadas no se dio por enterada de las correrías de su Rey cedió la tribuna a un centenar de notables y cortesanos, (entre los cuales estuvo el que será citado plutarquianamente líneas abajo), que en coro se dedicaron a destacar los invalorables servicios que había prestado el monarca para la Corona, el pueblo español y su democracia.

Y ante el inminente goteo de nuevas cuentas y fortunas opacas que empezaron a aparecer en su ya negro horizonte real y antes de terminar su alteza, sentado con sus regias posaderas en el banquillo de los acusados, puso, muy españolamente los pies en polvorosa; en las muy arenosas tierras de los Emiratos Árabes, donde goza de la protección del Emir local.

Al momento de escribir este post se han hecho públicos otros detalles del fugado ex Rey de España y el porqué de su autoexilio en el mundo árabe: Durante mucho tiempo cobraba una comisión por cada barril de petróleo comprado por España a las compañías árabes; a lo cual se ha agregado otro detalle más siniestro: también “mordía la suya” en la venta ilegal de armas a estos países.

Don Mario, Marqués de Vargas Llosa y Nóbel de Arequipa

A diferencia de su par plutarquiano, no tuvo que matar al padre, ya que su familia lo hizo por él, diciéndole en su niñez que estaba muerto; para anunciarle en la adolescencia que estaba vivo y que en adelante, viviría con la familia. Aunque los estudiosos de su obra afirmen que luego mató simbólicamente al padre en su novela “Conversación en la Catedral”.

Existen discrepancias entre sus admiradores y detractores de si fueron actos opacos haber lastimado la memoria de quien fue su cónyuge Julia Urquide para obtener réditos literario-mercantiles. También se discute que  si habiendo tenido una presunta militancia comunista universitaria en Perú y, años después haberse confesado como admirador de Jean-Paul Sartre por defender la postura del intelectual frente al poder rechazando cualquier adulación destinada a menoscabar su capacidad crítica. (Como se sabe, el autor francés, declinó el premio Nobel que se le concedió en 1964, alegando que un escritor jamás debe convertirse en una institución).

Si Mario, —antes de Don y antes del Nóbel— adhería todo ese talante, ¿cómo es que aceptó en 2011, el título, aunque honorario, de Marqués, otorgado, nada menos que, por el hoy corrupto y fugado ex Rey, citado líneas arriba?

Todo lo que le sobrevino es ya historia: todos los premios y galardones posibles le fueron concedidos; y al igual que a su par plutarquiano, todas las puertas se le abrían; estrechaba la mano de todas las gentes, desde altos financistas, ministros, empresarios, presidentes, alcaldes y hasta taxistas; entraba y salía con honores de palacios, auditorios, teatros, universidades, colegios y hasta modestas escuelas rurales.

En 2010 recibió el mayor galardón literario, el Nóbel, y 6 años después el destino le alcanzó un demérito mayúsculo: su nombre aparecía junto a una larga lista de bandidos internacionales dedicados a evadir impuestos y blanquear dinero de origen doloso cuando no dudoso.

Él negó de plano los hechos, los atribuyó al “error” de algún “asesor”. Afirmó entonces no tener vinculación alguna con ningún paraíso fiscal.

Tres años después de este escándalo, la Sunat española, lo halló en falta por presunta evasión fiscal, demandando el pago de 2 millones de euros. Repitió la defensa de años atrás, con la tesis del “error” y actualmente tiene un litigio con la entidad tributaria; pero ha perdido la posesión de su casa madrileña que se ha quedado en garantía. Por este pleito se hizo público que el famoso Escribidor en el mundo opaco del dinero mundial tenía otros alias: Talome Services Corp, en 2010 y actualmente Jurema Bv.

Al igual que su par plutarquiano que estaba en campaña para mantener viva la idea de la Monarquía, Don Mario se ha dedicado desde hace años y muy intensamente a promover la idea de La Libertad en el mundo hispanoamericano y, siendo los pobres poco afectos a financiar ideas tan abstractas cuando difícilmente pueden financiar su diario vivir, es dable imaginar que los óbolos para financiar tan bella idea, solo pueden provenir de quienes tienen pocas ideas, breve el discurso, pero sí, mucho, mucho dinero.

Don Mario, al igual que su par ya citado, encarna en una sola persona lo que le ocurrió a las élites peruanas que el domingo 6 de junio fueron a votar entusiastas y llenas de convicción democrática, para que al día siguiente, el lunes 7, —al ver los resultados— abrazaran resueltamente el fascismo.

Y de forma muy semejante al regio par, en la vejez le dio por cambiar de género: de la Novela, se pasó al Romancero Otoñal; deshizo un matrimonio de medio siglo y se rindió ante la sensualidad de una señora septuagenaria viuda, coleccionista de maridos famosos y reina de la prensa del corazón de los 70s en España. Conocido el divorcio de su futuro nuevo marido, anunció como inminente un cuarto matrimonio de fotonovela con el antiguo escribidor de novelas.

La anunciada boda nunca llegó; lo que más bien llegó a la ansiosa y repitente novia, fue el informe de su abogado, que le anunciaba, de consumarse el enlace, perdería la jugosa pensión de viudedad de su muy próspero y difunto marido, nada menos que un ex ministro de economía español.

Muchos creen ver en la postergación sin fecha de este enlace, un signo exterior, si no de pobreza franciscana por parte de Don Mario, por lo menos, el argumento para creer que luego de su divorcio, las finanzas del Nóbel están muy menguadas; de allí que con igual malicia e imaginación expliquen el incomprensible e inmediato apoyo brindado a su tradicional archienemiga Keiko Fujimori, incluso facilitándole como emisario y delegado suyo y con abrazo público incluido, a su muy hidalgo hijo.

Este hecho inesperado, sumado a que un alto magistrado del Jurado Electoral peruano cobraría un millón de dólares por apoyar la pretensión de fraude de la derrotada candidata, ha facilitado la maledicencia popular sobre cuál sería el monto que cobraría el ilustre escritor en calidad de honorarios por sumarse a la cruzada golpista.

Panamá, Fonseca, Don Mario y Madrid

Vale la pena reparar en las implicancias locales del escandaloso destape mundial de finanzas oscuras del año 2016, llamado Los Papeles de Panamá, pues allí se puede, por la simple asociación de ideas, actores; y la libre imaginación de maldades; digo, se pueden explicar conductas muy contemporáneas.

Si se dice que Fonseca era un bufete de abogados panameños, nos podemos perder en una trama de tinterillos; pero si decimos que Fonseca era un naviero panameño que se dedicaba a la construcción de navíos de lujo que, para estar a tono con este post, podemos nombrar como unos Veleros llamados Libertad, se va a entender mejor. Fonseca se dedicaba a construir empresas/sociedades para encaletar dinero.

Una vez acabado el navío/empresa y puesto a punto con todos los dispositivos de navegación en regla; el navío podía salir a navegar, llevando su carga caleta, libre de polvo y paja por los mares de los paraísos fiscales del mundo.

Más interesante aún es encontrar en la lista internacional de bandidos que compraban las sociedades/navíos que fabricaba Fonseca, a un grupo selecto de peruanos, navegantes del dinero opaco y muy conocidos en nuestra tierra, a saber: Alberto y Keiko Fujimori, Alejandro Toledo, el finado Alan García, Pedro Pablo Kuczynski y Cesar Acuña Peralta; y para darle mayor lustre, también figuraba con ellos, nuestro Don Mario.

Que hace unos días se haya convocado un foro de cuatro gatos en Madrid, para denunciar un supuesto fraude electoral en Perú y con el cartel de Democracia y la Libertad en tiempos recios, no tiene nada de recio, pero sí mucho de necios, ya que solo se trata de los clientes de Fonseca que aún gozan de libertad, a tenor del destino carcelario de casi todos los nombrados en 2016, (Fujimori, Toledo, Kuczynski).

A otro cliente de Fonseca, presente también en el foro madrileño, el argentino Mauricio Macri, también, a su libertad personal, se le avecinan tiempos recios, debido al juicio iniciado contra él, por el envío ilegal de armas a Bolivia en apoyo al golpe contra Evo Morales en 2019.

Don Mario, de la piedra de toque a la varita trágica

Piedra de Toque es el nombre de la columna periodística donde el autor de “Conversación en la Catedral”, durante años ha dejado testimonio de su pluma. La tal piedra hace alusión a un instrumento de joyería por medio del cual los orfebres pueden determinar el grado de pureza de los metales preciosos.

Así, el joyero político, Don Mario, garantizaba con su pluma y prestigio el control de calidad de las “joyitas” puestas al examen de su rigor sensor.

En la lista de ejemplares preciosos que se pusieron en circulación en el mercado político peruano tenemos sucesivamente a Alejandro Toledo, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski. Todos ellos llevaban el control de calidad de la marca Vargas Llosa, firma que a la luz de los hechos y cual varita trágica, todo lo que toca, lo convierte en tragedia penal.

Perjuicio al país, complicidad y responsabilidad solidaria

Pues bien, los tres políticos nombrados resultaron un fiasco; y ya están marcados por el sello que llevan todos los presidiarios. Y no se trata de que estos tres individuos hayan incurrido en delitos de poca monta, que se han llevado una platita a su casa y ya. No, se trata de tres individuos que han personificado a la Nación; que, amparándose en esa dignidad, —fuera del monto aprovechado por la coima y sobornos—, le han causado un grave perjuicio moral y económico al país, privándolo de recursos que en vez de ser desviados a empresas corruptas, (que han esquilmado al Estado Peruano por miles de millones de dólares), debieron de haber servido para mejorar la infraestructura de los servicios sociales y la atención de la salud pública, hoy colapsada frente a la pandemia.

El Modus Operandi de los tres encausados es de conocimiento público. Ninguno de los tres hubiera logrado perpetrar los actos dolosos que se les imputan si no hubieran alcanzado la más alta magistratura del Estado.

Y llegar a esta posición solo fue posible por el aval político y moral de la marca Vargas Llosa.

De aplicarse los mismos preceptos del Código Civil respecto a las sociedades mercantiles, los Vargas Llosa resultan responsables solidarios junto a los perpetradores del grave perjuicio que se ha hecho al país.

No contentos con su triple estafa al garantizar la idoneidad de los presidentes anteriores, en la última elección han intentado colarnos un nuevo Caco, en la persona de la hija de Fujimori. Lo cual revela, por la conducta reiterativa de la marca Vargas Llosa, que esta firma se dedica nada menos que a la estafa en serie.

Tener una democracia de teatrín y unos medios de prensa dedicados al lavado de imagen institucional del Sistema Nacional de la Corrupción, ha aletargado la conciencia crítica del país. Tanto la democracia de teatrín como la prensa han servido de Campana para distraer la atención pública y son cómplices en las estafas que se perpetran contra el Estado peruano.

Se espera que, con el nuevo gobierno electo por la voluntad popular, un equipo de jóvenes penalistas se encargue de la Procuraduría de la Nación y se dedique a investigar los vínculos dolosos entre la Firma garante y los cacos encausados.

Dada nuestra historia política y penal reciente, no tener la presunción que la marca Vargas Llosa encaja con la tipificación del carácter de complicidad primaria cuando no de complicidad necesaria y que, de por medio, cabe también la presunción de una Coima Ficta.

No tener estas presunciones, es de una ingenuidad dolosa imperdonable.

“No nos traiciones, Mario”

El 9 de julio pasado, en las afueras del Centro Cultural, Casa de América, en Madrid un grupo de peruanos se reunió para protestar contra el golpe que han puesto en marcha los perdedores de la última elección. Protestaban con gritos, carteles y música andina, alertando sobre las maniobras que desde allí se pretendía consumar contra la voluntad popular peruana.

Separada del grupo, —se ve en las imágenes— una mujer, quien probablemente y de casualidad se encontró con el barullo. Y al enterarse del motivo y siendo peruana; se hizo a un lado y empezó con un clamor distinto a la protesta; más que un grito, era un ruego: “Mario, por favor, ¡no nos traiciones!”

Una peruana, en Madrid, 2021, inmigrante, como decenas de miles de peruanos allá, y me acordé de Los pies de Fataumata,(un brillante artículo escrito por Mario en 1999 —antes que sea Don y antes del Nóbel—, defendiendo a los inmigrantes en España. Y reparé en cuántos peruanos humildes habrán sacado pecho por ese señor. Sí ese del premio Nóbel, es peruano, igual que yo, paisano; nosotros, los que limpiamos las casas y oficinas; que cuidamos a los ancianos y a los enfermos, somos como él, peruanos; sí chaval, somos igual que él, peruanos.

Y cuántos peruanos en Perú se habrán sentido así, un poco premiados como él. Ese Nóbel, es nuestro, paisano. Igual que Cubillas y Sotil, igual que Guerrero; peruanos como nosotros. Estableciendo así, desde abajo el verdadero valor de la Libertad, aquella que gritaba la chusma de la Revolución Francesa, Liberté, Égalité, Fraternité. Donde todos somos libres, porque todos somos iguales y de allí nace la fraternidad que nos une.

Don Mario se puede quedar con su Nóbel, que cada vez más es únicamente suyo, pues se lo ha ido quitando con trampas y de a pocos al pueblo que lo admiraba.

La literatura, de él, ya no puede aspirar a más; tal vez, emulando a otro Nóbel como el chileno Pablo Neruda, podría intentar su propio “Confieso que he vivido”.

Sería un texto fundamental por lo auténtico, que lo reivindicaría con el arte del palabreo escrito, un libro que sea publicado póstumamente; imagino con un título algo así:

Libertad, en tu nombre, he lucrado como un puerco.

 

Este Post fue publicado el  21/07/2021

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